diumenge, 24 de maig del 2009

ALBERT FISH

A sus 5 años se quedó huérfano de padre y su madre lo interna en un orfanato mientras ella trabajaba. Uno de los primeros indicios de su desorden fue que se orinó encima hasta los 11 años.

En 1898, a los 28 años se casa con una chica de 19 y tienen 6 hijos. Su vida es normal, es considerado un hombre apacible, religioso y amable. Es abstemio y amante de sus hijos, los cuales se quedan a su cargo cuando su mujer lo abandona por un tal John Straube en 1917. Al cabo de un tiempo su mujer vuelve con la condición de que abandone a su amante, ella accede, pero al poco Albert se entera que John vive en el ático de su casa y que su mujer lo mantiene.

Su mujer desaparece para no volver jamás.

En 1910 comete su primer asesinato conocido, un hombre en Wilmington, Delaware. Empieza a autoflagelarse como castigo de sus perversiones, se mete clavos en las ingles, se incrusta astillas bajo las uñas, se clava agujas en el escroto, se masturba con tallos de rosa, se mete palillos en la uretra, bolas de algodón con alcohol en el ano y les prende fuego, se bebe su orina y se come sus heces. A sus 55 años, se cree que ve a Cristo y que le dice que tiene que quitarse las culpas a través del sufrimiento físico, la tortura y los sacrificios humanos. Aquí es dónde comienza a abusar y a asesinar a jóvenes varones y niños y esto lo lleva a mudarse varias veces a través de 25 estados diferentes (confesó que el número de víctimas rondaba las 400, decía que tenía niños en todos los estados). Sus víctimas eran casi todas niños afroamericanos de clase social baja.

Con sus aspecto de indefenso abuelo los seducía con dinero y golosinas, los golpeaba hasta matarlos o los mutilaba hasta que morían, se bebía su sangre y cocinaba sus genitales.

Un día envía una carta a la madre de una de las víctimas, la cual mató el 3 de junio de 1928 en una cabaña, el niño tenía 12 años, y ésta decía:

"... lo desnudé y até sus manos y pies y lo amordacé con un trapo sucio que tomé de la basura ... corté uno de mis cinturones por la mitad e hice seis tiras de esas mitades. Con ellas le golpeé el trasero hasta que la sangre corrió. Le corté las orejas y la nariz y le rajé la boca de oreja a oreja. Le saqué los ojos. Entonces murió. Le clavé un cuchillo en la barriga y puse mi boca en su cuerpo y me bebí su sangre. ... Corté una parte de su culo y me fui a casa con mi comida. Lo que más me gustó fue la parte de su vientre. El culito lo tenía para hacerlo al horno. Hice un guisado con las orejas, la nariz, trozos de la cara y el vientre. ... estaba delicioso."

Es arrestado. En el juicio confiesa los crímenes y el deseo de comer carne humana. No se arrepiente de nada y es declarado culpable tras diagnosticarlo como psicótico pero cuerdo.

Fue condenado a la silla eléctrica y electrocutado el 16 de enero de 1936 en la cárcel de Sing Sing por segunda vez, ya que la primera se produjo un cortocircuito porque tenía incrustadas en la pelvis varias agujas.

Antes de morir, Albert Fish dijo:

"¡Qué alegría morir en la silla eléctrica! Será el último escalofrío, uno de los pocos que todavía no he experimentado."